Museo Nacional de Bellas Artes.
La figuración de los años setenta
“Los años setenta testimoniaron desde el comienzo un clima político turbulento: el regreso de Juan D. Perón entre dos dictaduras militares, guerrillas, represión y terrorismo de Estado. Muchos intelectuales y artistas argentinos se exiliaron y otros continuaron su trabajo en el país de manera silenciosa y resistente.
La perspectiva de este período ha cambiado de manera sucesiva con dinamismo (…) De una visión de arrasamiento, de generación diezmada, de campo cultural fracturado por los acontecimientos históricos, se ha pasado en los últimos años a una valoración específica de la producción de algunos artistas visuales al punto de haberse convertido en hitos paradigmáticos”, escribió Mercedes Casanegra.
En la misma década en que se afianza el conceptualismo, algunos artistas optan por la figuración para abordar el tema de los distintos tipos de violencia que atravesaron la experiencia vital de aquellos años.
Las sensaciones de desconcierto en los retratos de La familia del sentenciado, de Mildred Burton, y de extrañamiento en Juego interrumpido, de Guillermo Roux; el “autoexilio” en El día de la primera comunión, de Juan Pablo Renzi; los climas, amenazante en Pintura, de Fermín Eguía, y opresivo en Figura sentada, de Héctor Giuffré; la censura en los Amordazamientos de Alberto Heredia; la tortura en El mudo, de Juan Carlos Distéfano, y la turbación visceral en la obra de Norberto Gómez.
Vinculadas a situaciones concretas de la historia argentina reciente, estas obras promueven, explícita o sutilmente, experiencias estéticas del horror y convocan a la memoria de un tiempo intensamente atroz.
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